¡Hoy toca receta 100% vegana!
En Niza se llama «soca«, en Marruecos «calentita«, en Piamonte «belécauda» en la costa toscana se conoce como «cecina«. El nombre más común en Italia es farinata. Muchos nombre para la misma receta.
El ingrediente principal de esta tarta salada es la harina de garbanzos, que se produce simplemente moliendo los garbanzos secos. La harina de garbanzos es muy rica de proteínas vegetales, adapta por ejemplo para quien quiere ganar masa muscular, y fibra, que ayuda al tránsito intestinal y regula el organismo. Además es una harina que no contiene gluten.



La farinata es típicamente muy ancha, con un espesor muy fino y una costra dorada. Los ingredientes para hacerla en casa son pocos y básicos. Tendrás que mezclar la harina de garbanzos con agua, en una proporción de 3:1. Por ejemplo: para una bandeja de 34 cm, se pone 100 gr de harina de garbanzo, 300 ml de agua y 3 cucharadas de aceite.
En Génova, la ciudad de origen de esta receta, se utiliza tradicionalmente una bandeja redonda de cobre (se llama “testo”), con bordes muy bajos. Este material ayuda a repartir de manera uniforme el calor y a crear una tortita delgada, perfumada, con una corteza dorada en la superficie.
La gastronomía genovesa está llena de focacce, pasteles salados (te acuerdas de la torta pasqualina) que se pueden degustar en las sciammade.

Eran, y siguen siendo, locales sencillos donde destaca un gran horno de leña para la cocción de las farinate. Si vais de visitas a Genova téneis que parar en una de estos locales. Recomendado 100%.