Desde la bella Toscana os traigo esta increíble tarta, sencilla y perfecta para la merienda de los niños ahora que ya ha empezado el nuevo curso y necesitamos nuevas ideas.
La Torta della Nonna —que en italiano significa literalmente “tarta de la abuela”— combina dos pilares de la repostería italiana: la pasta frolla y la crema pasticciera. Todo coronado con piñones tostados y una lluvia de azúcar glas, que le dan el toque final de sabor y elegancia.

¿Qué es la Pasta frolla?
Empezamos por la base. La pasta frolla (o pasta sabbiata) es el equivalente de la masa quebrada en España. Se usa en muchísimos postres tradicionales. Por ejemplo es la base de la Crostata y Crostatine, de los famosos Pasticciotti del Salento, y de muchas galletas regionales.
Cada receta tiene sus matices: más crujiente, más blanda, más fina o más rústica. Pero la base siempre es la misma: harina, mantequilla, azúcar y huevos. En mi versión personal, le añado una cucharadita de levadura en polvo para que quede más aireada y menos seca. ¡Una pequeña variación que , para mi, marca la diferencia!
Existen inclusos versiones donde se le añade parte de harina de almendras o de avellanas, para conseguir un sabor más intenso.

Un consejo fundamental al preparar la pasta frolla es no trabajarla en exceso. Amasarla demasiado provoca el desarrollo del gluten, y eso daría como resultado una masa elástica —cuando lo que realmente buscamos es todo lo contrario: una textura quebradiza, delicada y friable, típica de esta masa.
¿Como se prepara la Torta della Nonna?
La receta clásica lleva dos capas de pasta frolla: una en la base y otra que cubre completamente el relleno de crema pastelera, como si fuera un cofre dulce. Se hornea todo junto y se decora con piñones y azúcar glas.
En mi versión, un poco más ligera y rápida, utilizo solo la base de masa. Encima, una generosa capa de crema pastelera casera, unos piñones por aquí y por allá… ¡y directo al horno! El resultado es una tarta suave, aromática, perfecta para acompañar un té o un vaso de leche.
LA TORTA DELLA NONNA
Empezamos preparando la pasta frolla. En un bol, ponemos 100 g de mantequilla blanda (a temperatura ambiente) cortada en cubitos y 100 g de azúcar. Mezclamos con los dedos, o más cómodamente con una batidora eléctrica, hasta obtener una textura arenosa.
Después añadimos 300 g de harina de 00 (de baja fuerza), una cucharadita de levadura para repostería y una pizca de sal. Mezclamos.
Agregamos 2 huevos y la ralladura de un limón (u otras especias, como vainilla o canela si prefieres) y seguimos trabajando hasta formar una masa homogénea y suave.
Formamos una bola, la envolvemos en film trasparente y la dejamos reposar en la nevera durante 30 minutos.
Pasado ese tiempo, estiramos la masa con un rodillo, sobre una hoja de papel de horno (para evitar que se pegue). Creamos un disco de 3-4 mm de grosor y del diámetro del molde (25/28 cm).
Colocamos la masa en el molde, con todo el papel de horno y, en caso fuese necesario, recortamos el exceso.
Preparamos ahora la crema pastelera. Ponemos a calentar 1 litro de leche en un cazo junto con la piel de un limón, que le dará un toque fresco y aromático
Mientras tanto, en un bol, mezclamos con un batidor 6 yemas y 150 g de azúcar hasta que queden espumosas. Añadimos poco a poco 150 g de harina, batiendo hasta obtener una mezcla lisa y sin grumos.
Retiramos la piel del limón de la leche caliente y vertemos la mezcla de yemas, azúcar y harina dentro del cazo, a fuego medio-bajo. Cocinamos removiendo constantemente con una cuchara de madera, hasta que la crema espese (unos 15 minutos aprox.).
Una vez lista, la dejamos que se enfríe y luego vertemos la crema pastelera sobre la la base de masa ya colocada en el molde.
Importante: guarda 2 cucharadas de crema pastelera para la decoración final.Horneamos a 180°C durante unos 30-35 minutos. Una vez fuera del horno, dejamos enfriar completamente. Luego, con las dos cucharadas de crema pastelera que reservamos, cubrimos ligeramente la superficie de la tarta: esto nos servirá como “pegamento” para que los piñones queden bien adheridos.
La cantidad de piñones va al gusto —a mí me gusta ser generosa, porque aportan sabor y textura. Para terminar, espolvoreamos con azúcar glas y servimos.
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